»Cuando salgas a luchar contra tus enemigos y te enfrentes con caballos y carros de guerra y con un ejército más numeroso que el tuyo, no tengas miedo. ¡El Señor tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, está contigo!
Deuteronomio 20:1 NTV
El avión de combate F-35 Adir. (Crédito: Departamento de Defensa de los Estados Unidos)
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El 8 de junio, aviones de combate israelíes volaron a través de la frontera norte del país para un ataque aéreo muy único en el interior del territorio de Siria. Los aviones lanzaron misiles contra tres objetivos cerca de Damasco y Homs, matando a siete soldados. Entre los muertos había un coronel descrito por los medios sirios como un «héroe mártir», así como un ingeniero que trabajaba en un laboratorio militar sirio de alto secreto.
Las FDI, siguiendo el procedimiento estándar, se negaron a comentar sobre la misión en el espacio aéreo de Siria. Sin embargo, los analistas de inteligencia en América del Norte y Europa notaron inmediatamente una distinción en la operación: eso se debe a que hasta ese momento, los ataques aéreos israelíes en Siria casi siempre apuntaban a las fuerzas de poder iraníes, así como al transporte de armas, el ataque del 8 de junio se dirigió a instalaciones militares sirias, todo con vínculos con el antiguo programa de armas químicas del país, informa el Washington Post.
Según funcionarios de seguridad que fueron informados sobre el asunto, la incursión del 8 de junio fue parte de una campaña más amplia para detener lo que Israel cree que fue un intento de Siria de reiniciar la producción de agentes nerviosos fatales.
Israel ordenó el ataque, basado en información que implica que el gobierno sirio estaba adquiriendo precursores para armas químicas y otros equipos necesarios para reconstruir la capacidad de armas químicas que supuestamente aplazó hace ocho años, según cuatro funcionarios de inteligencia estadounidenses y occidentales actuales y anteriores con acceso a inteligencia sensible durante el tiempo de los ataques. Discutieron la información clasificada y su comprensión de las deliberaciones israelíes.
Los ataques reflejaron temores dentro de las agencias de inteligencia de Israel a partir de hace dos años, después de que el ejército de Siria importara un químico clave que podría usarse para crear un agente nervioso sarín mortal, explicaron los funcionarios. Las preocupaciones aumentaron a medida que los funcionarios de inteligencia observaron actividad en varios sitios que apuntaban a un esfuerzo de reconstrucción, dijeron los funcionarios.
Los funcionarios israelíes no confirmaron los ataques ni dieron detalles sobre las razones de los mismos. En ese momento, el gobierno sirio negó repetidamente el uso o la invención de armas químicas desde 2013.
El embajador de Siria ante la ONU, Bassam Sabbagh, dijo en un discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU en octubre que Damasco «condenó categóricamente y rechazó cualquier uso de armas químicas bajo cualquier circunstancia, por quien sea, cuando y donde sea».
La noción de un programa de armas químicas reconstruido en Siria se considera una amenaza directa a la seguridad de Israel. Siria, que una vez se jactó de un arsenal químico masivo, inicialmente estaba destinada a ser utilizada en una futura guerra contra Israel.
«Es un arma estratégica para el régimen», dijo un funcionario de inteligencia occidental, rompiendo el consenso entre las agencias de inteligencia que monitorean de cerca los esfuerzos de adquisición de armas de Siria.
El ataque aéreo israelí inicial tuvo lugar en marzo de 2020 y tuvo como objetivo una villa y un complejo al sureste de Homs, dijeron los funcionarios. Homs es la tercera ciudad más grande de Siria y solía servir como un centro para la producción de armas químicas de Siria.
El impacto en la villa estuvo directamente relacionado con la exitosa adquisición de Siria el año anterior de una cantidad masiva de fosfato tricálcico, dijeron dos funcionarios de inteligencia occidentales. El producto químico, también conocido como TCP, tiene varias funciones civiles, como un aditivo alimentario. Sin embargo, la sustancia se puede convertir fácilmente en tricloruro de fósforo, un precursor del sarín y otros gases nerviosos.
Los funcionarios también declararon que la unidad del ejército sirio conocida como Rama 450, una división del principal laboratorio militar de Siria, el Centro de Estudios e Investigación Científica fueron los que recibieron el TCP. El SSRC gestionó la producción de armas químicas de Siria desde la década de 1980 hasta al menos 2014. Fue entonces cuando el programa se disolvió oficialmente en virtud de un acuerdo negociado por Washington y Moscú.
Los datos de inteligencia en los meses siguientes después del ataque de marzo de 2020 llevaron a localizar otros sitios, y lo que Israel creía que era un esfuerzo continuo para reconstruir la capacidad de armas químicas de Siria, declararon los dos funcionarios occidentales.
«Había más señales de que volverían a la producción», explicó uno de los funcionarios.
El ataque del 8 de junio golpeó un búnker de almacenamiento del ejército cerca de Nasiriyah, una aldea al norte de Damasco, así como otros dos sitios cerca de Homs. De los dos, uno fue descrito como una instalación auxiliar para el laboratorio militar del SSRC en Masyaf, aproximadamente a 40 millas al noroeste de Homs.
Según los medios sirios, siete bajas militares de ese ataque, incluido el coronel sirio Ayham Ismail. Según los informes, el oficial fallecido era un ingeniero del ejército asignado al complejo de Masyaf.
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Si los ataques tuvieron pleno éxito en interrumpir las ambiciones químicas de Siria, los planes aún no se conocen. Los funcionarios israelíes querían que los ataques fueran preventivos, eliminando las capacidades de producción química de Siria antes de la fabricación de armas reales.
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