La idea que tenemos el derecho a «interpretar» lo que Dios dijo es errónea y absurda.


Las únicas partes en la Biblia que están abiertas a posible «interpretación» son ciertos pasajes proféticos que utilizan simbolismo y metáforas.
Y, aún así, la Palabra de Dios usualmente nos da el significado correcto de las mismas.
El resto es para ser tomado literalmente. El resto es para ser estudiado en contexto. El resto es para ser comprendido y aceptado tal y como «está escrito».
Francamente, los únicos que se sienten con «derecho» a interpretar las Escrituras son los que no quieren aceptar lo que dicen. Una vez más lo decimos: los únicos que se sienten con «derecho» a interpretar las Escrituras, son los que no quieren aceptar lo que realmente dicen.
Los únicos que quieren «interpretar» las Escrituras y dictar a los demás lo que «ellos dicen» que «la Biblia dice «son los herejes.
Esto nos lleva a Apocalipsis 17:5 donde Roma es llamada «LA MADRE DE todas LAS RAMERAS y de las abominaciones de la tierra».
¿Qué hace a Roma una ramera? Lo mismo que hace ramera a cualquiera otra:
La infidelidad.
Las rameras son notoriamente infieles. Ellas no se acuestan con un solo hombre: se van a la cama con cualquier hombre – o mujer – que pague su precio. Y eso es exactamente lo que hizo Roma.
Roma oyó el verdadero Evangelio de la Gracia nada menos que del Apóstol Pablo (Hechos 28:16, 30). Y nadie jamás ha predicado el Verdadero Evangelio tan claramente como lo hizo Pablo.
¿Fue Roma fiel a Cristo y a Su Evangelio? No.

Se metió en la cama primero con un emperador romano, y después con un sistema político, después con el paganismo romano y sus costumbres idólatras, y luego con todo tipo de mercaderes (traficantes) de la tierra, como Apocalipsis, capítulos 17 y 18 asombrosamente nos revelan. (Apocalipsis 18:3, 23-24)
300 años después de oír el verdadero Evangelio de boca de un ex fariseo docto en la Ley de Moisés, convenientemente decidió que ella – y sólo ella – tenía derecho a «interpretar» la Palabra de Dios.
Que nadie podía oponerse a su «interpretación».
Que los que estudiaran la Palabra de Dios, y se atrevieran a desafiar su sesgada e interesada “interpretación”, debían ser quemados en la hoguera:
Luego, para acrecentar aun más su infidelidad, prohibió la lectura de la Biblia por más de 6 siglos, período conocido adecuadamente en la historia como la «Edad Oscura». (Salmo 119:130)
Durante ese periodo sombrío sólo el clero podía leer o estudiar la Palabra de Dios.
Lo que La Gran Ramera nunca imaginó es que Dios levantaría – de entre sus propios teólogos, que SI tenían acceso a las Escrituras y la habían estudiado – reformadores como Wycliffe, Hus y Lutero que se atreverían a predicar la verdad en medio de tan gruesa, opresiva y asfixiante oscuridad.
Añadiendo insulto a engaño, y a su ya flagrante infidelidad, la ramera después añadió a la Palabra de Dios una serie de «tradiciones inventadas» para satisfacer su fantasía y complacer a sus proxenetas, sin importarle en lo más mínimo que la Palabra de Dios dice repetidamente que los que añaden a la misma son mentirosos y reprendidos por Dios (Deuteronomio 4:2; 12:32; Proverbios 30:6).
Por desgracia, no terminó ahí. Apocalipsis 17:5 llama a Roma «LA MADRE DE todas las prostitutas».
Esto significa que, eventualmente en el transcurso de los siglos, y fruto de sus muchos adulterios, la ramera daría a luz a muchas hijas ilegítimas, tan prostitutas como su madre.
Sus “hijas” también prostituyeron el verdadero Evangelio de la Gracia que es ETERNO (Apocalipsis 14:6).
Al igual que su infame madre, las hijas prostitutas también declararon tener el monopolio en la verdadera “interpretación” de las Escrituras.
Y sus hijas rameras también mintieron, también añadieron sus propias «tradiciones» inventadas por pecadores mortales y corruptos a la Santa Palabra de Dios, como el Libro de Mormón, los desvaríos anti-bíblicos y falsas profecías de Ellen G. White, las hipocresías de Herbie Armstrong, la doctrina delirante de Maria Bakker Eddy, y las fariseas, “soy mas santo-que-tú” enseñanzas de Charles Taze Russell y Alexander Campbell.
Al participar en tanta inmoralidad espiritual la ramera y sus hijas rameras han sembrado engaño, discordia, desunión y confusión (por eso también se les llama «Misterio Babilonia»).
Trágicamente, también han llevado a millones de almas engañadas a una eternidad, de donde sólo podemos esperar que se den cuenta, si es que lo llegan a hacer, de su engaño religioso, se arrepientan, reciban a Jesús en sus corazones, e imploren Su misericordia antes que El vuelque el infierno al lago de fuego por la eternidad (Apocalipsis 20:15).
Oigan, con razón ¡Todo el cielo se regocija de su destrucción! (Apocalipsis 18:20; 19:1-4). Con razón Jesús toma el asunto del castigo y la destrucción de la ramera y de sus prostitutas hijas de forma personal … (Apocalipsis 17:16-18)
Dios no necesita intérpretes.
Y tampoco necesita que algún mortal y corrupto pecador (o pecadora) le diga bajo «qué términos» Él nos puede y debe salvar.
Lo que Dios necesita es que crean Su Palabra y hagas Su Voluntad, en lugar de las suyas.
Hubo un período en la historia de la Iglesia, apropiadamente nombrado la Edad Oscura, como ya mencionamos, donde la Biblia estaba encerrada en monasterios, no disponible al público, y solo el clero podía acceder a ella.
El cristianismo se había convertido en una institución religiosa y solo la jerarquía religiosa podía decidir el significado «correcto» de la Escritura.
La Reforma provocó una reacción previsible contra esta forma de tiranía. Todos hemos escuchado la ley de la física que «para cada acción hay una reacción igual y opuesta».
Pues esta ley también se aplica a la teología: el péndulo se balanceó totalmente en la dirección opuesta.
Después de que se le negó el acceso a la Santa Palabra de Dios durante siglos y se le dijo arbitrariamente, a menudo violando la inteligencia y la conciencia de las personas, lo que la Palabra de Dios (supuestamente) significaba y lo que uno tenía que creer, los cristianos usaron su nueva libertad para «interpretar» la Biblia.
Si bien no es tan perjudicial [o condenable] como el acceso restringido a la Biblia, esto también tuvo consecuencias negativas.
Como resultado, el Cuerpo de Cristo fue desmembrado en 230 piezas principales, de acuerdo con la interpretación privada de cada pieza, además de miles de fragmentos y cultos aberrantes.
2 Pedro 1:20, 21 establece claramente que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada.
Entonces, ¿cómo se determina el significado correcto de las Escrituras?
Esa no es tarea de nosotros, es tarea de Su Espíritu. Es dejando que las Escrituras primero hablen con nosotros. Permitiendo que Dios nos hable a través de Su Palabra.
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El también puede hablarnos en otras otras formas, pero eso sería un tema diferente y un mensaje diferente.
Nosotros nunca aislamos un verso del resto de la Biblia. Siempre comparamos cada Escritura que trata un tema específico contra todos los demás, para obtener una comprensión completa de lo que se pretende conocer y entender.
Mantenemos las Escrituras en contexto: el tiempo, el lugar, lo que sucedió antes, durante y después, y a quién se dirigió el mensaje, todos estos son aspectos críticos al momento de escudriñar y procurar recibir el mensaje que Dios quiere.
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Jesús dijo que sus palabras son «Espíritu y vida» [Juan 6:63].
Deja que el Espíritu Santo, el que lo inspiró, TE REVELE lo que EL quiera.
Porque ninguna parte en las Escrituras se indica que debemos leerlas y luego OPINAR en cuanto a lo que PENSAMOS que significa.
Ahí está el problema.
No «PIENSES» tanto. Lo que «PENSAMOS» en realidad es IRRELEVANTE. La ÚNICA COSA que importa es LO QUE NOS EL QUIERE DECIR.